No. Aunque parezca un trabalenguas cuyo sentido es
aparentemente el ser un mero trabalenguas, no es así. Tiene un sentido mayor, y
muchos sentidos menores. Me explico: son dos formas de vivir, una con un
Sentido con mayúsculas que da sentido a los sentidos y otra con muchos sentidos
desorientados, sin luz que los guíe.
Reinhard Lauth escribe que Dostoievski desarrolló
una teoría de la voluntad sorprendentemente original, diferente a las de Freud,
Nietzsche o Schopenhauer. Si conociera la filosofía de Máximo el Confesor, no
le resultaría tan sorprendente, pues la “voluntad de vivir” del escritor ruso
coincide en buena medida con lo que el monje medieval llamaba “voluntad natural”.
Todo hombre, por el hecho de ser humano, tiende hacia la plenitud de todas sus
capacidades naturales, lo que le reportará la felicidad. En palabras de Máximo,
tiende al cumplimiento del sentido (lógos) de la naturaleza. Y cada persona
contiene un sinfín de sentidos (lógoi) que se resumen en el sentido (lógos) de
su propia existencia personal. Dostoievski, por su parte, entiende que hay
diversos objetivos que uno se pone en la vida y que tienden hacia una realidad
que trasciende todos los sentidos. “La auténtica finalidad de la voluntad de
vivir no son los objetivos respectivos planteados en cuanto tales, sino el
cumplimiento de una gran expectativa
de vida”, dice Lauth, subrayando que esa gran expectativa es una y solo una, que contiene en sí misma
todos los demás objetivos. Volviendo al comienzo: esta gran expectativa que
contiene en sí todos los pequeños objetivos, es el Sentido de sentidos.
La mentalidad actual bebe directamente de la
filosofía de Freud, Nietzsche y Schopenhauer, entre otros, que pusieron bajo
sospecha precisamente la existencia del Sentido, eso que Dostoievski llama “gran
expectativa de vida”. El hombre tiene hambre y sed de una gran expectativa de
vida y tienden a su cumplimiento. Se pone objetivos y posterga su felicidad al
cumplimiento de tales objetivos, pero una vez lo alcanzan, al cabo se sienten
insatisfechos, y si no se ponen otros objetivos puede caer fácilmente en la
desgana y la depresión. Les falta el Sentido de sentidos. O dicho de otro modo,
tiene muchos sentidos sin sentido. Hoy día muchos hombres sustituyen objetivos
personales por la gran expectativa de vida, y le ponen mucho empeño, pero al
final quedan insatisfechos, naufragan en el intento de llegar a plenitud y ser
felices. De varios tipos pueden ser los naufragios: hay quien posterga su
felicidad hasta el cumplimiento del objetivo de tener un Ferrari, otro hasta
que obtenga el título de doctor en física cuántica, otro hasta que la
revolución instaure en la tierra el Reino de los Cielos… Todos estos objetivos
tienen cumplimiento aquí en la tierra… y nunca son satisfactorios. Si un hombre
no llega a plenitud tras el cumplimiento del objetivo del que hizo su gran
expectativa de vida, es normal que se sienta vacío, cayendo en el nihilismo
existencial. O, en palabras de Frankl, en la neurosis por falta de sentido, de
ese Sentido de sentidos.
Nietzsche hablaba de la voluntad de poder. Los hombres
se ponen objetivos y, cuando los alcanzan, se ponen otros, y después otros, y
siguen buscando desesperadamente saciar su voracidad a través de objetivos que,
por lo general, son valorados por la sociedad. Escalan en las grandes empresas
hasta afianzarse en sus cúpulas, y una vez allí, tratan de usar su poder para
extender su dominio aún más allá. No ven el final, es una voracidad ciega, que
se dirige a ninguna parte. Buscan el placer en el sexo, y una vez que no les
satisface lo convencional, se lanzan a experimentar cosas nuevas y así continúa
hasta caer en la depravación moral y en una morbosidad incluso violenta. Sin embargo,
nada de esto termina por satisfacerle.
El cumplimiento del Sentido que da sentido a los
sentidos se sitúa en una dimensión escatológica, es decir, es siempre apocalíptico.
Trasciende lo terrenal para ir más allá de esta vida. Por eso el nombre de este
blog es “salvados en la esperanza”, porque es la esperanza la que hace presente
ese Sentido que se está cumpliendo en cada uno de los pequeños objetivos. Es la
esperanza en el cumplimiento de un sentido último, de una gran expectativa de
vida, lo que hace que veamos los objetivos vitales tal como son, sin
pretensiones de grandeza. Es la esperanza en la plenitud final la que hace que
cumplamos objetivos sin quedar insatisfechos. La que nos hace sentir plenos
estando aún en marcha hacia la plenitud. La que nos salva de una vida con
muchos objetivos sin Sentido, y nos hace ya presente el Sentido de todos los
sentidos.