domingo, 10 de noviembre de 2013

El sentido en el sufrimiento



El gran psiquiatra Viktor Frankl sostuvo que lo más propio y radical en el hombre es su voluntad de sentido. Uno de los aspectos más polémicos de su teoría psicoterapéutica es la necesidad de hallar un sentido incluso en el sufrimiento inevitable, desarrollada en su obra El hombre en busca del sentido último, en la que también señala que es conveniente introducir la religión en la psicoterapia. Explica que hay situaciones en la vida en que una persona tiene que hacer frente al sentido último de su existencia, incluso aunque parezca que ya nada tiene sentido. La búsqueda del sentido en el sufrimiento inevitable es una cuestión problemática hoy día no sólo porque pone en relación la psicoterapia con la pastoral religiosa, sino porque, quiérase o no, ante las deficiencias de las demás religiones en esta materia, la superación de esta circunstancia sólo es posible de manera plena a través de la cruz. 

Ante el sufrimiento, hay dos posible vías que se nos proponen especialmente: la que nos ofrece el budismo y la que nos ofrece el Evangelio. La gran motivación de Buda fue, desde un primer momento, la cuestión del sufrimiento. Su propósito era eliminarlo, poder evitarlo. Para ello atiende a las raíces del problema, la causa del sufrimiento, y dice encontrarlo en el "yo": el "yo" es la causa de todas las malas pasiones, de las que se deriva el sufrimiento. El "yo" es la afirmación de la particularidad sobre el todo universal. Buda entonces pasa a afirmar la totalidad como unidad indivisible, el Brahman-Atman, y cualquier división aparente no es más que una ilusión. El "yo", como particularidad, no es más que una ilusión, y el sufrimiento, al ser consecuencia de esta ilusión, carece asimismo de substancia. 

La vía del Evangelio tiene semejanzas con la propuesta de Buda, pero hay una diferencia fundamental: mientras Buda propone evitar todo sufrimiento, el Evangelio nos llama a superar el sufrimiento inevitable. Como Buda, identifica al "yo" como causa del sufrimiento evitable, y da la pista para evitarlo: negarse a sí mismo (Mt 16, 24), pero no descarta la substancia particular permanente. El filósofo cristiano Berdiáev distinguía entre el individuo presa de la alienación material y la persona, realidad particular, libre y espiritual. El "yo" que hay que negar es el individuo, y el sufrimiento que de él se sigue sería así evitado mediante la práctica de las virtudes, la contemplación y el amor. En cambio, la persona debe ser afirmada, de modo que el sufrimiento que tiene lugar en la dimensión personal sí que tiene substancia, existe y es inevitable. Este sufrimiento no debe ser evitado, sino superado. ¿Cómo superar el sufrimiento inevitable?

El sufrimiento inevitable sólo puede ser superado si hay una esperanza mayor que cualquier situación de sufrimiento. El Evangelio anuncia que el mismo Dios, en la persona del Verbo, ha asumido la naturaleza humana con todo lo que ello comporta, ha sufrido la pobreza, la persecución, la tortura, la humillación, la cruz, el hambre y la sed extrema, y, finalmente, la muerte. Ha descendido al infierno, pero a los tres días superó todo con su resurrección en cuerpo y alma y su ascensión al Cielo. Todo lo sufrió con la confianza en el Padre, y nos enseñó el camino: sólo podemos superar los males de este mundo si nuestra esperanza en el triunfo definitivo del Amor de Dios es mayor que cualquier sufrimiento y que la propia muerte.

2 comentarios:

  1. Muy interesante la entrada. Es importante saber ser feliz hasta en los momentos de sufrimiento inevitable, eso te da fuerzas para seguir adelante y ser realmente feliz, sin depender de factores externos.

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    1. Muchas gracias. Sí, es justo ése el mensaje de esta entrada. Se trata de afrontar lo "feo" de la vida, con la fuerza que da la esperanza en el poder del amor.

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